“El calendario no tiene ningún sentido”, rezongaba Dani Carvajal, el rocoso y supereficiente colateral del Positivo Madrid. Se refería a la posibilidad de que el club blanco juegue esta temporada un mayor de 72 partidos, hexaedro que afrontará siete torneos: muérdago, Copa del Rey, Supercopa de España, Champions, Supercopa de Europa, Copa Intercontinental y Mundial de Clubes.
Conforme a los criterios de
Se sumaba, Carvajal, a la ola rejonazo por los futbolistas en el sentido de que cada vez hay más torneos, más partidos y por eso devienen las lesiones. El pionero de esta protesta colectiva ha sido Rodri, el extraordinario medio del Manchester City. Curiosamente, tanto Rodri como Carvajal tras sobrevenir hecho sus declaraciones sufrieron la peor de las lesiones: rotura de ligamentos. No obstante, los médicos dictaminaron que dichos traumatismos no tuvieron que ver con el cansancio o la acumulación de partidos.
La queja de los jugadores
Es verdad que la Fifa, la Uefa y la Conmebol vienen aumentando el número de competiciones y agrandando las mismas. El Mundial pasó de 64 partidos a 104, la Champions de 125 a 189, el Mundial de Clubes de 7 juegos a 63. Hay una inflación que marea al espectador-cliente, hasta podría espantarlo. Ya nadie puede seguir con atención la cantidad de torneos que se disputan.
Pero ¿quejarse los jugadores, seres ultramillonarios…? Suena ridículo, arrogante y fuera de la verdad. Que se dosifiquen, que jueguen cuando puedan hacerlo y descansen cuando deban. Punto. Otra alternativa: ¿por qué no ponen un tope de partidos al momento de firmar sus contratos, por afirmar, 40 juegos al año…? Porque no podrían exigir las cifras exorbitantes que luego perciben. Rodri amenazó incluso con un paro. Delirante. Es como si Elon Musk, Jeff Bezos, Bernard Arnault, Mark Zuckerberg, Warren Buffett, Bill Gates hicieran un cacerolazo y dijeran “Nos explotan, vamos a la huelga”. Mohamed Salah ganó 65 millones de euros en los últimos tres primaveras, pero exige un nuevo “supercontrato” para quedarse en el Liverpool. Eso sí, jugando poco.
El Positivo Madrid posee un plantel con 22 jugadores de mayor nivel. Perfectamente puede producir dos equipos competitivos. Si lo hace reducirá la cantidad de cotejos de cada ingrediente. El técnico tiene la potestad para hacerlo. Carlo Ancelotti, en cambio, se quejó incluso. Y apeló a una frase hipócrita: “El jugador no tiene problemas en bajarse el salario si juega menos”. Ni él se lo cree. El participante no cede un centavo. Y su representante, menos. Mino Raiola, agente ítalo-holandés de Ibrahimovic, Pogba y otros, falleció dejando una herencia de 85 millones de dólares según la revista de negocios Forbes. Ello, producto de las comisiones que cobraba por los pases. Parentela que no aporta ni genera carencia al fútbol y se lleva metálico que el fútbol produce. Lo saco del sistema. Hay miles de Minos Raiolas. Que les arrancan los jugadores a los clubes cuando ellos deciden. Aún con pacto vivo y salarios al día. Eso no tiene relevancia alguna. La Fifa los ampara. El club siempre pierde.
Lo que no tiene sentido es que haya jugadores –muchos– que cobren medio millón de dólares semanales. ¿Para hacer qué…? ¿Qué nos dan…? ¿Para valer, guerrear, presionar…? ¿Qué más…?
Michael Owen, aquel excelente punta del Liverpool hizo una explicación muy acertada estos días: “Antes había más futbolistas puros. Ahora hay que ser un deportista. Simplemente tienes que poder correr, ser grande, rápido… tienes que estar cubriendo equis cantidad de kilómetros y ya… Había muchos jugadores excelentes, verdaderos jugadores. Realmente talentosos. Ahora bien, si puedes correr un poco más que cualquier otro y básicamente pasar el balón del punto A al B, estás consiguiendo una carrera decente en la Premier League. Ya ni siquiera hace falta ser tan bueno. Antes, para ser un futbolista de primer nivel era necesario tener una habilidad y unas cualidades reales”.
Quejas de los jugadores
Frenkie de Jong, buen volante holandés del Barcelona, se ofendió esta semana por una información infundada: “No cobro 37 millones de euros al año, no es verdad”. El diario Sport corroboró sus dichos: cobra 23, no 37. Tal vez algún día el Barça derrote al Almería 1 a 0 con gol de De Jong.
Bernardo Silva, el armador siniestro del Manchester City, incluso sumó su voz: “En la Champions, si no te clasificas para octavos de final, tienes que jugar dos partidos más. Es cierto que las plantillas son más numerosas, pero no voy a decir que sea fácil. Paso muy poco tiempo con mi familia y amigos. La cantidad de juegos a los que estamos sometidos es absurda”, lamentó. Silva pasa poco tiempo con sus seres queridos…
“Debemos reconocer que el calendario de partidos ha llegado a los límites”, declaró Aleksander Ceferin, presidente de la Uefa, aunque incluso fue al hueso. “El impacto no es igual: unos clubes tienen mucha carga, pero muchos otros tienen capacidad de sobra. ¿Quiénes se quejan? Los que tienen los salarios más altos y los que cuentan con 25 futbolistas de primer nivel. Aquellos que cobran menos y apenas tienen once jugadores no protestan y les encanta jugar”.
Karl-Heinz Rummenigge, ex Balón de Oro y brillante administrador del Bayern Munich, dio una sencilla explicación de lo que está pasando: “Los jugadores y sus agentes han caído en esta trampa. Al exigir sueldos cada vez más altos, obligan a los clubes a generar ingresos cada vez mayores. ¿Y cómo se generan estos ingresos? Pues a través de más partidos”. El en tiempos remotos potente punta instó a reunirse todas las partes y inquirir “mecanismos para volver a vivir tiempos más serios y racionales”.
Televisión, publicidad, mercadeo, museos, abonos, patrocinios, imagen… Se buscan permanentemente posibles de todo tipo para pagarles a los protagonistas, pero de cada nuevo ingreso estos quieren incluso un pedazo. Quieren todo. No piensan que ellos juegan quince primaveras y el fútbol debe continuar existiendo. Y a posteriori del retiro pretenden seguir acaparando todo. Se convierten en agentes, dirigentes, técnicos, asistentes, relacionistas, mánagers, periodistas (son “los únicos que pueden opinar porque estuvieron ahí”) .
Un recordado atacante que dio una Copa de Europa al Positivo Madrid tiene, en privado, una frase de sitio de honor que no puede desmentir de tanto que la usó: “De los clubes hay que llevarse hasta los ceniceros”. Eso sí, “cuando se retiran pasan a ser individuos normales”, aclara un afamado director deportivo.
¿Y qué opina la gentío de a pie, en las redes…? Centenares de comentarios, todos condenatorios y a cual más flamante. “Que prueben trabajando diez horas diarias por mil euros seis días a la semana”, dice Dayron, camarero sudamericano de un bar en Madrid. “Es una locura lo que ganan por hacer lo que les gusta y se quejan, que dejen de jugar y trabajen como todos a ver qué se siente”, agrega Juan David. “Puedes salir del alto nivel y pasar a un equipo de media tabla, allí jugarás cuatro partidos al mes”, replica Roberto. “Bernardo Silva, a los 35 te retiras y con lo que has hecho tendrás vacaciones eternas para atender a tu familia y amigos”, señala Maicol. “De Bruyne gana un millón por semana y se siente cansado del calendario…”, ironiza Carlos con agudeza. “Claro que hay titulares y suplentes, pero ahí es donde entra la mano del entrenador para rotar y dar descanso. Si quieres jugar siempre con titulares seguro los vas a quemar”, analiza Cristo.
“El calendario es absurdo”, dicen los jugadores. Sus salarios, incluso.
Jorge Barraza
Posterior tango
Para EL TIEMPO
@JorgeBarrazaOK