Primera panorama: los genios del fútbol son así, aparecen como de la falta, frotan su guayo mágico y conceden los deseos. Este lunes apareció otra vez, como tantas veces lo había hecho antiguamente, el temperamento de James Rodríguez cuando el partido contra Paraguay, en el presentación de la Selección Colombia en la Copa América, estaba metido en un desierto físico, de raspe y choque, de duelos hombre a hombre, de cercar entre dos y tres a Luis Díaz, de exigir a Johan Mojica, de meterle pelotazos al duro poste Álex Arce.
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Minuto 32. Jhon Arias le firma al técnico Néstor Lorenzo la registro de su creación de ponerlo como volante interno por la izquierda y ahí roba una pelota en la salida paraguaya. James recibió el pase y frotó su guayo siniestro de terciopelo: la embuste fue un cojín de plumas para la inicio de Muñoz, que en el segundo palo martilló contra el pavimento el 1-0. La mano, sin ser calcada, repite la mecánica del gol del triunfo a España, de marzo pasado: transigencia de cancha en la izquierda, para terminar la mano al otro banda. Esa vez, Luis Díaz ganó de atractivo y contoneo y descargó al segundo sector, donde Muñoz definió cayendo como un tren bala.
Diez minutos a posteriori, en el 42, otra vez James frotó su guayo mágico y enroscó con su siniestra el cobro que Lerma, de espaldas, peinó para el 2-0.
Segunda panorama: Colombia vs. Paraguay
Hay un refrán que recita que se engaña siempre el que mucho se confía porque yerra cada día. Con la delantera en el faltriquera, en el principio del segundo tiempo, Colombia quiso manejar la diferencia muy metida en su campo, incluso en parte por la dialéctica reacción paraguaya que se empujó a fuerza por el descuento y amparar su esperanza. Así las cosas, la Selección resistía a borde de ámbito, incluso con una muy buena atajada del guardameta Camilo Vargas.
La cosa no estaba tan mal, pero no estaba adecuadamente. Tanto que Lorenzo cambió ficha por ficha al amonestado Lerma por Uribe y al intrascendente Borré, que no participó en las acciones de ámbito ni en el circuito de descanso, por el ‘Triciclito’ Córdoba.
Pero así es el fútbol, así es la vida, tan pronto pisaron la cancha, Paraguay armó un avance por la izquierda y terminó la mano en el otro banda, donde Julio Enciso clavó el 2-1 tras un balón pasado sobre Dávinson Sánchez. ¿Alguno sabe dónde estaba Mojica que no llegó a cerrar? De pronto andaba buscando a Borré, digo.
Fueron 23 minutos inciertos para Colombia, sin el balón, amontonada antes, peleando en el cuerpo a cuerpo paraguayo. Confusión.
Tercera panorama: Colombia, eléctrica
El corrientazo del 2-1 en el registrador hizo que Colombia se pusiera eléctrica de nuevo y, a posteriori de poseer sufrido, retomara el rumbo, agarrara la pelota, abriera el descanso, y con el balón al ataque puso el partido en campo rival otra vez.
Colombia ataca mejor de lo que defiende. Y otra vez James fue el protagonista con su siniestra de oro. Primero, al desacertar la valor de no patear al meta cuando estaba escapado, por dar un pase al corazón de ámbito. Y luego, con otro pase de postín, esta vez a Mina (como en el Mundial de Rusia contra Polonia, ¿se acuerdan?), que no alcanzó a adormecerse en una mano que el árbitro creyó que era penalti y luego corrigió por la correcta subvención del sentenciador de video.
Colombia fue mejor atacando que defendiendo, guiada por la siniestra de seda de James Rodríguez…
Meluk le cuenta
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES
@MelukLeCuenta